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Mostrando entradas de febrero, 2022

El primero ni el ultimo amor, solo el verdadero

Me alisté, fuimos juntos al aeropuerto; nos dimos un último beso y hubo unas lágrimas de ambos.   Tenía la más tierna sonrisa, era una luz eterna su mirada con esos ojos vivos que rellenaban unas pupilas azules. Carmelita, era ella en ese entonces una niña que rondaba los once años y yo un chaval de diez años; nos conocimos en un lugar donde emanaba los dolores, lamentos y la muerte recurrente: "hospital". Llegué al hospital por una fractura del fémur derecho por caída de un columpio de lianas que se desgajó en pleno movimiento de péndulo en el pequeño bosque al costado del bohío de la finca. Carmelita, llegó por un foco infeccioso intestinal que casi le conllevó a la muerte. Los días de su recuperación la pasábamos conversando y compartiendo libros que su padre de ella nos proporcionaba y una médico del hospital. Los 10 días que nos vimos fueron los más felices, quizás porque en los primeros días era huraño a los demás compañeros de la sección de niños. El pequeño televisor