¡Tu eres el que te cagaste!


   Entonces me acerqué y habían pasado 10 años, solo atiné a decir soy dyland, ¿me recuerda?; me miró y se quedó pensando buen rato, hasta que miró hacia el cielo y se gastó la mejor risa que tenía, hasta zapateo y exclamó al final: ¡tu eres el que te cagaste!.

Hace años era casi un salvaje, durante 06 años viví en la casa de campo de mi familia, muy hermosa y llena de vida, hasta ahora lo recuerdo, la casa de madera, el perro de nombre Dax merodeando siempre, los monos que la noches paseaban por esa hermosa finca de grandes arboles y el sonido como eco que emanaba ese gigante renaco.

Un día me llevaron a la casa de mis abuelos y ahí fue que me dijeron que tenía que quedarme para ir a la escuela. Llegó ese día, tuve que caminar hasta el pequeño pueblo fijado en la desembocadura de un riachuelo con un río torrentoso, nada mas que el mayo. La escuela era de color azul, junto a la pequeña iglesia católica. Era una escuela rural de tipo unidocente, y ahí apareció el profesor mas trivial que he conocido, saludó, se sentó, e inició sus clases de manera casi errática, los ojos rojos quizás de una borrachera de noche anterior, quien sabe. años mas tarde me enteré que fue uno de los compañeros del colegio de un amigo de la familia, un extrovertido completo, el hombre que animaba las fiestas y que todos se sorprendieron que había ingresado al pedagógico a ser profesor de primaria.

Su clase la dividía en 03 grupos: primer y segundo grado, tercer y cuarto grado, quinto y sexto grado, así que se daba tiempo de vez en cuando para revisar lo que hacíamos los trazos que escribía en nuestro cuadros, dibujar unas figurar de tipo pez, luego rayas, y en los próximos meses las vocales, algunos números y luego algunas palabras, en su forma de ser nunca exigía nada, no le interesaba si hacías la tarea, así que comprendí lo siguiente: solo asistiría a clases hasta el recreo, luego iba hacia el río, inventaba algunos juegos, nadar un rato y cuando veía los demás que salían, pues iniciaba la caminata hacia la pequeña casa de los abuelos.

Me volví un experto en hacerme "la vaca", casi como si no existiese, hasta que un día uno de mis primos le notificó al docente que pues yo iba después del recreo a la bodega del tío Gerundio, gastaba la propina y luego que iba hacia el río, así que mandó una notificación, diciendo que algún apoderado tenía que ir de urgencia a la escuela. Mis primas fueron, y les dijo que me hacía "la vaca", que deberían tener mas cuidado en instruirme y que el mismo se encargaría de no dejarme escapar, luego me di cuenta que toda su atención estaba en siempre fijada hacia mi persona, y como no años después entendí que estaba enamorado de mis hermosas primas  que estaban en el auge de su juventud.

En un pequeño pueblo donde la mayoría son mi familia, casi toda la escuela eran "primos" tanto por la genealogía materna y paterna, la ventaja en el pueblo era muy querido por mis ya fallecidos bisabuelos Gabriel y Loreta, fue ahí que siempre llegaba en el recreo, en la casa de adobe de dos pisos de estilo casi colonial. Al llegar al recreo no faltaba la leche de vaca fresca y queso, así que casi siempre comíamos los primos en el break.

En esos días de conocer mejor la escuela, y al menos aprender a contar, siempre era una persona antisocial, casi no me juntaba con nadie, como dije al inicio un "salvajito".  Un día me dio indigestión, y era un día viernes de educación física, traté de correr del pequeño campo del pueblo hacia la escuela, siendo en vano, solo atiné a sentarme, pues ya fue tarde; terminé defecándome, y entonces solo me alejé de la escuela. Unas niñas le notificaron al profesor que vino y solo me miró de lejos. Me instruyó que valla hacia el río y dijo a una de mi prima que valla al río llevando útiles de aseo, a un rato toda la escuela estaba en el río, entonces vi que todos se bañaban, se acercó y me dijo todos la cagamos al final de todo, y se rió. Les había engañado que todos deberíamos ir a bañarnos al río para evitar el bulling respectivo hacia mi persona de los demás alumnos.

Pasé dos años en la escuela; aunque es algo increíble aprendí a leer cuando ya estaba por acabar el segundo grado, años mas tarde me di cuenta que aprendí algo de este profesor: a ser independiente, a ser autodidacta y aceptar las cagadas que hacemos como principio de superarse.

Con 16 años cumplidos y a punto de egresar la secundaria, un día fuimos a un colegio secundario en un pequeño pueblo no muy lejos de donde vivía, nuestro extrovertido profesor de educación física había sido invitado para  llevar un equipo de fulbito y retar al equipo de aquel colegio, valla la sorpresa estaba él, y era nada menos que director, y como siempre los ojos rojos y como no: noche anterior había celebrado con bombos y platillos su aniversario de su colegio, sacó las cervezas y se puso a beber con su gran amigo invitado, nos recibió alegre, dijo que en un rato iba a venir la comida, Entonces me acerqué un poco nervioso y habían pasado 10 años, solo atiné a decir: soy dyland, ¿me recuerda?; me miró y se quedó pensando buen rato, hasta que miró hacia el cielo y se gastó la mejor risa que tenía, hasta zapateo y exclamó al final: tu eres el que te cagaste. Todo el mundo saltó carcajadas y hasta me contagiaron con su risa, me tuve que burlarme a mi mismo para evitar el ridículo. No me arrepiento de ese día, una buena comida y luego jugamos fulbito, pues desde esa fecha no he vuelto a jugar con mis amigos del colegio.





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