Entre piscos y vinos: nunca lleves a casa pocos vinos

Entonces, después de la reunión fuimos a una Starbucks; tomamos algo de café y le dije al jefe que me iba para Ica, "me traes unos vinos" le escuché decir, luego tomé un taxi y me fui al paradero de buses.

 

Casi siempre realizaba viajes a Lima por razones de trabajo (antes de la pandemia), muchas veces terminaba de hacer mi trabajo y luego me quedaban algunos días libres que normalmente me lo ocupaba en pasear y visitar algunos amigos. Pero no me cabía la idea de ir al sur, así que ideé un plan meticuloso, hice que me compraran los pasajes con dos días de más de los planeado.  

Me embarqué un día Lunes en la noche desde el modesto y confortable aeropuerto Cap. Guillermo de la ciudad deTarapoto, al llegar a la gran ciudad de Lima me traté de hospedar lo antes posible, y preparar mi exposición para la negociación de un proyecto. Al día siguiente fui a desayunar con el jefe y directo a San Isidro, donde estaba planeado la reunión a las 10 a.m., inició de manera puntual y después de replantear algunos indicadores, al fin terminó a las 3 pm. 

Entonces, después de la reunión fuimos a una Starbucks; tomamos algo de café y le dije al jefe que me iba para Ica, "me traes unos vinos" le escuché decir, luego tomé un taxi y me fui al paradero de buses. Estaba algo excitado pues acaba de conseguir un cofinanciamiento para una empresa que tanto cariño le he pegado y sobre todo con el quien llamo jefe de manera respetuosa es un empresario que lo conozco desde hace 04 años. Mientras tanto mis actividades que tenía planificado les asigné a mi padre que aceptó de manera gustosa. Llegué al paradero y fui a comprar mi boleto de viaje, el bus salía en 15 minutos, fui a la zona de embarque y tomé el bus; y una vez ubicado en mi asiento, revisé mi teléfono y había un atiborrado de llamadas perdidas y mensajes de whatsapp; contesté lo mensajes importantes y empecé a fastidiarles a mis amigos de un grupo de trabajo enviándoles mi ubicación de manera presumida, así que estaba en viaje a la ciudad de Ica. 

Llegué a la ciudad en la noche, estaba cansado y como no conocía, hice al igual que ustedes harían: busqué en google maps hoteles, encontré uno que ya no recuerdo el nombre y me embarqué en un taxi, le dije que, si podía hacerme un tour el día de mañana, entonces acordamos a las10 am vernos fuera del hotel. Al levantarme y comer ese sándwich de pollo en base a ese delicioso pan me confortó el día, e inicié el pequeño tour que necesitaba. 

En el taxi mientras conversaba con el taxista, sonó mi teléfono, respondí y era un amigo que estaban haciendo actividades de campo, le comenté que estoy en Ica y que bueno estaré fuera de cobertura, y que no dijera nada si viese a mi padre que de manera solidaria se había ofrecido voluntariamente apoyarme. La primera parada fue la ya conocida destilería Tacama del entonces expresidente del congreso Olaechea, bromee sobre el señor con el taxista llamándole el oligarca, el gamonal, latifundista y hacendado; y cosas que la coyuntura contagiaba en ese entonces, Su recorrido por su destilería inició cuando me pusieron un brazalete color blanco y el resto tenía color negro, entonces pensé que mi recorrido sería corto, cualquier momento me iban a decir hasta aquí no más, la grata sorpresa fue que al final que el recorrido de los demás turistas acabó con la catación y el mío continúo para mostrarme los viñedos y la campana, me reí  en mi interior y me sentí como el más tonto. 

Después de haber tomado algunos tragos de piscos y vinos, me compré varias botellas que cuidadosamente me lo embalaron y seguimos con la ruta del pisco, llegando otras destilerías más artesanales y con las coplas que acompañan antes de tomar los shoots empecé a estar más parlanchín que nunca, y en ese calor ya ni siquiera hacía la diferencia la sensación térmica. Un buen almuerzo y luego seguir con el plan de ir a la Huacachina e iniciar el preparativo para hacer el recorrido del desierto y deslizarse por el desierto, entre fotos y mirar el sunset(puesta del sol) se la pasé algo genial, de ahí al hotel, donde guardé todas las botella de vinos y piscos.  

Muy temprano zarpé a Lima y acordé almorzar con el jefe en plaza norte, que nos acabamos una botella de vino, hasta que nos dimos cuenta que debíamos irnos a buscar taxi para ir al aeropuerto, que llegamos 10 minutos antes del abordaje. Iniciamos el vuelo hacia nuestro destino, llegamos y nos despedimos con el jefe que le regalé un vino. Al llegar a departamento donde vivo,  mi hermano me llamó para cenar y le llevé un pisco, que con su apetito por el alcohol no esperó más e inició el trámite ante la mirada vigilante de su esposa, después de la cena volví y solo quería dormir; olvidar los recuerdos de las noches que pasé en Ica que no son parte de este cuento y que no es propósito alejarnos, como diría don Miguel Cervantes de Saavedra.  

Inicié el viaje a la casa de mis padres, se acercaba la navidad, llevé dos vinos los últimos del stock que arribaron. Mi padre estaba feliz, se le notaba y pues le conté que había viajado, pues casi siempre viajo por trabajo, pero esta vez lo hice por diversión. Cenamos el pavo y seguimos tomando algo de vino,  conversamos planes futuros que ahora están estancados por el aislamiento social, y siempre pregunta cuando llevaré más vinos, solo que esta vez creo que llevaré comprados de licorerías.

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