La rabona y la cantinera

Francisca Quispe es una mujer joven oriunda de su pequeña Chetilla un pueblo en Cajamarca; al igual que su joven marido un soldado del ejército peruano desde  1878. Su marido es un mitayo que ha servido lealmente a la familia de Miguel Iglesias creándose crío junto a Lorenzo el hermano del general Iglesias en la hacienda Udima. Al ser letrado se alistó en el ejército en  Cajamarca por exigencia de su patrón don Lorenzo, puesto que se auguraba una guerra con Chile prescindiendo de personal de tropa y el gobierno le había dado a Lorenzo Iglesias el grado de coronel. Después de la derrota Peruana-Boliviana en el Alto Alianza: Lorenzo movilizó sus fuerzas para la defensa de Lima y en ello su columna le componían en su mayoría mitayos de haciendas algunos con sus mujeres e hijos. Francisca leal a su marido le sigue el cual ayuda a preparar los alimentos, atender heridos, coser ropa y quehaceres propios que hacen las rabonas(Mujeres que acompañaban en las campañas militares del ejército Peruano) antes de la reforma que hizo Piérola en 1898.

En la defensa de Lima,  Francisca y su marido son asignados para asistir y cuidar a Lorenzo Iglesias extendiendo esta orden de igual de velar por el hijo de Miguel Iglesias(Alejandro) en el Morro Solar donde fue asignado para que las tropas de los Iglesias defienden la ciudad durante la batalla de San Juan. El general Patricio Lynch acostumbrado a este tipo de guerras atrincheradas envió a la artillería y luego a la caballería haciendo pedazos a esa defensa que eran tropas con poca experiencia y generaban un desorden. Alejandro iglesias murió en los brazos de Francisca que lo asistió lavando y vendando sus heridas, mientras que los demás fueron hechos prisioneros. Los Iglesias fueron llevados prisioneros y suplicaron que sus mitayos(Francisca y Porfirio) estén con ellos; Los oficiales chilenos acostumbrados a la pillería con experiencia en las campañas de la Araucanía remataron heridos y mataron soldados que no les servían para reclamar alguna recompensa para dejarles libres después de la batalla. Después de la ocupación de Lima Lynch le hizo prometer a los Iglesias que le sean leales al gobierno Chileno a cambio de ser liberados y que no se unan a la resistencia sangrienta emprendida por Cáceres y Piérola  en los andes centrales y sur del país.

Facunda Gonzales es  una  joven mujer oriunda de Santiago que ha montado un pequeño negocio venta de víveres desde abril de 1876 en la pequeña ciudad de Pisagua. Son buenos años con el auge del salitre y Pisagua es el puerto peruano más próspero. Su rentable negocio le ha hecho figurar como una mujer importante del pueblo que es respetada por las autoridades y comuneros de las diferentes nacionalidades que habitan en esa ciudad. Al iniciar la guerra del pacifico la población peruana en su mayoría que lo componía en el puerto iniciaron el ataque a negocios de propietarios chilenos, y fue así que en febrero de 1879 saquearon su negocio y lo incendiaron. Ella se defendió el cual fue atacada brutalmente y arrojada en la calle dada por muerta. Se retiró de la ciudad y tomó un barco hacia su querida Ciudad de Santiago sin nada más que su ropa puesta. Puesto el pie en la ciudad caminó directamente al cuartel de la ciudad y se ofreció a servir como "cantinera"(Mujeres que servía en la costurera, cocina, lavanda y enfermería en el ejército chileno)el cual llegó a ser muy querida por su carisma y tener amistad con el mismísimo General Manuel Baquedano que siempre le confiaba la costura de su ropa.

Facunda Acompaña a la tropas Chilenas en la toma de Pisagua y el la batalla del Alto Alianza donde ve por primera vez la brutalidad de la guerra. Las rabonas Peruanas y Bolivianas suplicando que no maten a sus heridos  muchos de ellos sus amantes o maridos que estaban agonizando. Presenció el saqueo de Tacna después de la batalla. Fiel a su tropa acompaña en la ocupación de Lima donde se logra ocupar por completo el 17 de enero de 1881 y durante ese tiempo se ocupa de organizar el hospital militar para atender a los heridos.

Los Iglesias fueron liberados y obligados a exiliarse en sus haciendas en Cajamarca con la fianza de no participar en la política peruana además de pagar impuestos y recolectarlos de las haciendas del norte del país en favor del gobierno chileno. Miguel Iglesias estuvo en su hacienda asimilando la derrota hasta diciembre de 1881. Mientras tanto la resistencia en la sierra central es brutal, los chilenos ocupan pueblos pero muchos de estos les reciben a cambio de protección de tropas de Cáceres que les obligan a servir o son reprendidos de manera brutal y en muchos casos las tropas desertoras de ambos bandos saquean pueblos. Es una guerra brutal en la que los remates después de las batallas a Rabonas y Soldados peruanos prisioneros es habitual. Facunda acompañó durante dos años a sus camaradas en la campaña de la Breña.

Iglesias inicia la resistencia en la sierra norte de Cajamarca organizando sus escasas tropas que parecen pordioseros descalzos con algunas picas, mosquetes y algunos fusiles. Se enfrentan en San Pablo el 13 de junio de 1882 el cual se enfrentan en escaramuzas que logran replegar al batallón chileno y esto ha generado la ira del General Patricio Lynch que envía 1200 hombres que saquean e incendian Chiclayo y los pueblos de Cajamarca de San Miguel, Chota,San Pablo y Cajamarca, después de meses de perseguir a Miguel Iglesias y éste presionado por los barones del norte(Hacendados cajamarquinos) es obligado a buscar una solución a la guerra. El 31 de agosto de 1882 en la hacienda de Montán: Miguel Iglesias da a conocer al general Patricio Lynch su voluntad de llegar a una solución para acabar con la guerra; el cual es apoyado a formar un gobierno que es reconocido por el gobierno chileno e iniciar las negociaciones de paz.

Facunda y su marido han acompañado a las tropas peruanas en la resistencia de Cajamarca. Después del grito de Montán muchos oficiales están en desacuerdo con Miguel Iglesias y desertan con algunos soldados hacia la sierra central para unirse con las menguadas tropas y columnas montoneras(guerrillas) Caceristas. La resistencia se reduce en dos frentes Tarma(Mariscal Andrés Caceres) y Arequipa(Contra Almirante Lizardo Montero);  y montoneros dispersos en todo el país. Las tropas chilenas y peruanas han experimentado un nuevo enemigo: La fiebre de la oroya, una endemia que afecta más que la propia guerra y que mengua la moral de ambos bandos.

El Mariscal Adres A. Cáceres quiere vengarse de Iglesias que ahora le considera traidor por formar un nuevo gobierno desde Cajamarca. Se procede a atacar hacia la sierra norte cruzando la cordillera blanca y el general Patricio Lynch enterado de los movimientos caceristas moviliza sus tropas en defensa del nuevo gobierno peruano; ambos bandos se encuentra en Huamachuco el 10 de julio de 1883. Las tropas de Cáceres  lo componen soldados y montoneros mal equipados  con escasas municiones que a pesar de la situación el concejo de guerra de Cáceres apoya dar batalla.

Entre mal clima, mal equipados y casi andrajosos se encuentra Francisca y su marido en el batallón de montoneros. Están  con la moral alta que atacan a la avanzadilla chilena y dejan una docena de heridos y muertos que son rematados. Las rabonas les siguen a su paso aguardándoles para socorrerlos sin son heridos. Las tropas chilenas se atrincheran y envían a la caballería que destroza a la tropas montoneras y avanza su infantería rematando y atacando las posiciones caceristas que en cuestión de  seis horas de reyerta dan la estocada final aniquilando a las tropas de reserva.

En esa humareda de la batalla con gritos de dolor y arengas se encuentra en la faldas del cerro "Sazón" Francisca con su marido en su brazos que ha recibido un disparo en la pierna y se encuentra desangrado; ella trata de cargarle pero su cuerpo cansado no lo permite y cada vez más cerca se escucha a la infantería chilena. Los escasos caceristas en retirada se enfrentan a culatazos y puño limpio a una infantería bien equipada que mata a bayonetas para ahorrar balas. Facunda está en ese frente con su rifle dirigiendo a las otras cantineras en el auxilio de sus compañeros heridos; su columna de soldados logra tomar el cerro por completo y solo se dedica a rematar tropas peruanas.

En la reyerta se escucha gritos desgarradores de una mujer; Facunda corre a esa dirección y ve una mujer aferrándose a su marido que suplica que no le maten, los soldados chilenos a carcajadas le tratan de separar lo cual es inútil. Ella llega y lo soldados le saludan en respeto a su cantinera que durante años les ha acompañado; divisa esa minúscula mujer aferrándose a su marido, ella al instante ella la tomó con delicadeza abrazándola al mismo tiempo mientras los soldados chilenos hunden sus bayonetas en el escuálido cuerpo del marido de Francisca para después arrastrarlo a un lugar seguro. Saca agua de su cantimplora que le lava la cara y le convence que no se despegue de su lado. Le advierte que le siga en todo momento y que no se separe de ella, en su andar le obliga a llevar a los heridos chilenos a donde están las demás cantineras esperando a sus heridos para auxiliar. Mientras tanto los chilenos tomaron el pueblo, quemaron algunas casas y fusilaron a oficiales y a todo soldado prisionero.

El Mariscal Caceres huyó y las tropas chilenas no pudieron capturarlo a pesar de sus esfuerzos. Las Rabonas prisioneras son puestas a resguardo y tomadas por algunos oficiales para que sean sus amantes; pero Francisca ahora es protegida por Facunda. El coronel Alejandro Gorostiaga que dirigió las fuerzas chilenas en la batalla da órdenes de reclutar a pobladores de la zona como braseros para llevar cargas y soldados heridos hacia Trujillo que les espera las fuerzas de Miguel Iglesias para escoltarles. En ese trayecto la rabona y la cantinera se hacen amigas, ambas han presenciado la guerra de desgaste que han gestado los Caceristas, son testigos de ver pueblos arrasados por ambos bandos y en sus ojos están guardadas las imágenes del horror de la guerra. Su amistad les obliga a ser inseparables que ahora asisten a la nueva coalición de tropas chilenas e iglesistas que ha consolidado un nuevo gobierno.

El nuevo gobierno de Miguel Iglesias firma el tratado de Ancón el 20 de octubre de 1883, el cual las fuerzas chilenas en una semana después terminan con la ocupación de Lima por parte de las fuerzas chilenas. Facunda abandona Lima juntamente con sus compañeros que han estado durante años en territorio peruano, desembarca en Santiago de Chile y se suma a la pacificación de la Araucanía de manera vespertina; esto le permite arraigar en Temuco y adquirir un pedazo de tierra para trabajar muriendo en 1910 ya anciana y con muchas historias que les contaba a los niños de las ciudad habitada por inmigrantes europeos en su mayoría. Francisca se queda a vivir en Lima que está reconstruyéndose y ve de lejos la guerra civil entre Inglesistas y  caceristas que desangran al país; presencia la victoria del Mariscal Cáceres formando un nuevo gobierno tras la derrota de las fuerzas iglesistas. Muere en 1890 a causa de una tuberculosis sin tener hijos y abandona a su suerte al igual que muchas rabonas y cantineras.

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